La alimentación ecológica,
llegó para quedarse
Escrito por: Zamouel Zá
¿Se han dado cuenta que nuestros hábitos y forma de
pensar están empezando a cambiar?
La vida moderna en la que funcionamos nos hace
vivir deprisa, con poco tiempo y mucha actividad… ¿Cuántas veces decimos “no
tengo tiempo” o “estoy cansad@”? Este estrés ha sido el causante de muchos
males y enfermedades que arrasan la sociedad actual. Sin embargo, y
precisamente por esto, nuestra mentalidad está cambiando.
Cada vez hacemos más deporte, no sólo para que nos
quede sexy la ropa, sino para mantenernos saludables y fuertes. #GenteConClaseNicaragua
que sale a correr en las mañanas, no solo pertenecen ya exclusivamente al
paisaje de las ciudades del norte de Europa. Y somos más conscientes y sobre
todo más exigentes con lo que comemos. Por ello, leemos las etiquetas y comemos
más vegetales.
Este cambio de mentalidad también afecta a la forma
en la que interactuamos con el entorno. Cuidamos más el planeta, reciclamos y
colaboramos en disminuir la contaminación y los residuos.
La industria alimentaria lo sabe y quiere hacerse
un hueco en producir alimentos de forma ecológica.
¿Qué estamos buscando?
Alimentos sin estrés, sin tantos aditivos,
productos químicos, hormonas, medicamentos… Que se mantengan los sabores
tradicionales, pero que se trabaje con la eficacia de las últimas tecnologías.
.
¿Qué diferencia a la producción ecológica de la
convencional?
Mucho se debate entre las dos posturas y las dos
son válidas, puesto que ambas producciones son inspeccionadas y controladas.
Sin embargo, la producción ecológica tiene grandes ventajas respecto a nuestra salud
en primer lugar y también respecto al medio ambiente.
Medioambientalmente hablando, los cultivos respetan
los ciclos biológicos. Es importante sensibilizarse en practicar un consumo
responsable y racional. Abrir la nevera y poder elegir qué nos apetece comer
está muy bien, pero eso conlleva a que detrás hay producciones masivas para
poder abastecer las apetencias de los millones de personas que viven en el
mundo y eso tiene graves consecuencias en el planeta.
Si hablamos de nuestra salud es de máxima
importancia evitar ingerir sustancias no alimenticias. En la producción
ecológica, los suelos se fertilizan de forma natural y no se añaden sustancias
artificiales, así están libres de residuos tóxicos persistentes procedentes de
plaguicidas o fertilizantes sintéticos tan agresivos para los cultivos como
para el agricultor que lo aplica.
Al no usar
sustancias químicas en la fertilización y fumigación de los cultivos
(ecológicos), no sólo evitamos la contaminación directa (al ingerir el
alimento) sino la contaminación indirecta (filtración al agua por ejemplo).
Gracias a estas otras opciones se fomenta el
desarrollo rural sostenible, la conservación de los suelos al afectar en menor
medida a sus componentes naturales, se limita los problemas de contaminación de
las aguas y de los suelos al no utilizar fertilizantes ni pesticidas químicos,
se conserva la biodiversidad de las especies naturales y obtenemos alimentos
con buen sabor.
Además, organolépticamente hablando, los alimentos
de producción ecológica conservan mejor las propiedades de sabor, olor… Ya que
se cultivan en las condiciones ambientales idóneas (temperatura y humedad al
respetar su estacionalidad).
Todos estos requisitos quedan certificados, de una
manera estricta, bajo el sello de la agricultura ecológica. Además de
los controles oficiales que se efectúan a todos los alimentos, los productos
ecológicos son objeto de una certificación adicional que garantiza la
autenticidad de su origen ecológico y por eso llevan el sello que lo corrobora.
Si eres de los que miras por tu bienestar y el del
planeta, lee los etiquetados aunque estés un rato más en el supermercado y
compra productos que sepas que reúnen estas características. De esta forma,
comerás alimentos más saludables y poco a poco cambiará el prisma de la
industria alimentaria, porque al fin y al cabo, es el consumidor el que
tiene el poder!!
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